Comodines
negros
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ignoran los griegos:
la incertidumbre.”
La lotería en Babilonia
Jorge
Luis Borges
El viejo hospital Musto* sirvió como centro
psiquiátrico durante varias décadas. Cayó en desuso, o mejor dicho, fue olvidado
de la orbita estatal, limitando su presupuesto y permitiendo que el deterioro
de las instalaciones procuraran su cierre.
Un trágico acontecimiento aceleró su clausura. La
muerte de un paciente en dudosas circunstancias llenó la crónica roja en todos
los periódicos. La noticia fue tan difundida en tantos medios que logró exponer y desenmascarar las paupérrimas condiciones en las que se encontraba el
nosocomio. Luego, todo se mantuvo en silencio. Con el cierre del
establecimiento se obstruyeron otros misterios que se estaban gestando, y que
ahora empiezan a asomar los resultados de una investigación y un experimento
que parecen salirse de control.
Contadas son las familias, en este diminuto país, que
pueden sostener que han obtenido sus riquezas con honra.
Empresarios caníbales, abogados que defienden al Diablo y a varios de sus demonios, usureros
cooperativistas, delincuentes con trajes de Armani y tarjeta de la más cara
opalina para su presentación, banqueros fraudulentos y castas políticas con sus
linajes respetados; son la fauna de la rica alcurnia de nuestra aristocrática
sociedad.
Qué sucedería si alguno de estos inescrupulosos
individuos, se une a alguna corporación que necesita, con urgencia, experimentar
de forma práctica uno de sus proyectos y que no puede sortear los mecanismos de
legalidad de dichas pruebas. Qué sucedería, si tantas mentiras, engaños y
dinero en forma de pagos, van pasando de mano en mano y perdiéndose la real
dimensión de todo. Tantas cartas en juego, la construcción de una vertiginosa
historia de intereses.
Judith había mantenido contacto con un prestigioso
médico chileno que realizaba sus estudios en la rama de la neurocirugía.
Accidentalmente, entre las conversaciones, esbozó el interesante hallazgo de
unos médicos de este país en la década del ochenta. Intuición, tal vez, pero
Judith retuvo esta información y por una caprichosa razón lo enlazó con la
investigación de Sebastián.
Además, venía tras los datos de un falaz manejo sobre
la licencia de un software, que otro amigo de ella le había planteado su
indignación por el robo del proyecto.
Todo formaba parte de un rumor y murmullo.
Lo que no sospechaba Judith era que ella estaba siendo
observada y monitoreada. Sabían que estaba preguntando de más y como
primer golpe; su blog fue misteriosamente cerrado de la red. Al mismo tiempo,
una nueva experiencia práctica del proyecto se estaba iniciando.
**
La mujer batía la masa para su bizcochuelo. Corrió la
cortina para ver si su marido llegaba. Vio la luz del auto que estacionaba en
la calle.
Nerviosa por no tener la cena pronta deja, accidentalmente,
caer el recipiente donde estaba cocinando, estrellándose en el suelo y ensuciando
todo.
Se rindió y comenzó a llorar de forma histérica
sentada en el piso. Experimentaba la inminente llegada del castigo.
Tomó la cuchilla nueva y se juró, que sería la última
golpiza que recibirá. No entendía el coraje y el ímpetu con la que se había
armado.
Judith, baja de su habitación, ve a su madre en
postura amenazante.
Ellas, viven solas en el apartamento que su padre, con
mucho sacrificio, les había dejando antes de fallecer.
No reconocía a esa mujer, que la apuntaba con la
afilada arma:
- No vas a volver a tocarme, hijo de puta.
- Mamá; ¿qué pasa? Mamá, soy yo.
El alarido de la mujer, logró apocar el volumen de la
televisión, que hace rato se encontraba encendida.
Las dos mujeres se trenzaron en lucha, parecían perros
salvajes y rabiosos.
Judith vio en su madre, unos ojos hipnotizados,
mientras forcejeaba para no recibir daños ni infligirle ninguna herida a su
cercana contrincante.
De repente, esos ojos se volvieron totalmente blancos
y cayó desmayada, en un trance lo más similar a un estado catatónico, durante
un breve lapso.
Sus ojos se cerraron, al volverlos a abrir estaban
normales. Judith, de rodillas le sostenía la mano.
La mujer le enterró el cuchillo sin preámbulos. Luego,
sale a la calle despavorida para desaparecer.
**
Esta ciudad es un pañuelo. Algunos la ilustran así;
será porque apenas, con un doblez, las puntas más extremas se logran juntar.
A unas cuadras del reciente episodio, Sebastián se
encontraba bebiendo café y abriendo su correo electrónico. Leía inquieto la
información que Judith le había enviado, adjuntando unas fotos que estaba
intentando descargar. En otra ventana del navegador; intentaba sin éxito ubicar
la dirección del blog de Judith, que aparecía temporalmente fuera de servicio.
Sebastián se sorprendió al ver cruzar la calle una
mujer mayor, de aproximadamente cincuenta años, corriendo de forma poco
natural. Como si estuviera averiada, su intento de huida era casi mecánico. Es
interceptada por una camioneta que abre su puerta lateral y se la llevan de la
avenida y del estupor de los transeúntes.
4 comentarios :
Tengo que recordar y ponerme al día con tus comodines porque estoy un poco perdida, pero prometo leer los anteriores de nuevo y comentar :)
Besos!
Me pasa lo mismo que a Tere, ando sin rumbo, me faltan comodines, culpa de la lectura juevera, larga y amena. Veré si con una jugada magistral o por Fortuna, los enlazo. Me tienes intrigada y fascinada.
Besito lunero.
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! Me has matado Luis y yo que que te aprecio tanto xD!!!
Como puede ser ??? y ahora como quedara la investigación, no puedo ayudar a Sebastian, y mi pobre blog, que intriga !!!!!
Quiero el próximo capitulo yaaaaaaaaa!!!
y mi madre, que han echo con ella, cuantas preguntas!!
esta historia se pone cada vez mejor!!!
Besos
Teresa y Natália gracias por comentar. No se preocupen que hay tiempo para leer. Las espero y en la misma entrada están los enlaces para los anteriores capítulo.
Judhit, jeje lo siento pero no te preocupes, los milagros existen. Cuando todo parece oscuro y que se derrumba, vuelve con todo para contraatacar! Gracias por comentar
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