¡Que susto!
Lorena era una estudiante de secundaria en un colegio nocturno ubicado céntricamente. Cuando terminaban las clases, en vez de volver a su casa, pasaba por la de su amiga Rebeca que estaba en el barrio limítrofe al de ella. Se quedaba a cenar y luego a charlar, entre café y cigarrillo, pasaban las horas, acto que repetía por lo menos tres veces a la semana.
Ya cerca de la una, regresaba caminando hasta su casa.
Una noche que volvía feliz porque había conocido al hermano de su amiga y le gustó mucho.
Pensó que con el tiempo esas largas charlas podían terminar en algo más serio.
Distraída como nunca no se dio cuenta que la seguían, hasta que una sombra se proyectó en el cordón de la vereda, tomando coraje, se dio vuelta pero nada vio.
Apresuró el paso por si acaso, ya estaba cerca de su casa, pero comenzó a pensar en las películas de terror que le gustaba ver y ¿si fueran verdad? ¡Bah! solo eran películas de miedo.
A mí solo me encanta estar en casa de Rebeca para charlar con Augusto.
Cuando de pronto, sintió sus brazos prisioneros y sus manos atadas y que la arrastraban hacia la oscuridad.
De un tirón la dio vuelta y ella alcanzó a ver un hombre encapuchado y vestido con túnica, le apuntaba con un arma en el pecho
-¡Por favor no me mate, si quiere dinero se lo daré, si desea sexo también, pero no me mate.
El personaje de un manotazo se sacó la capucha y que vio Lorena, nada más ni nada menos, que al amor de sus fantasías, el hermano de Rebeca-
Aún muda y temblorosa le dijo: ¿quiere?
-Te quiero a ti, pero así no. Te quiero moderada no audaz y que guardes el concepto de buena persona que tienes.
De pronto, Lorena presa del pánico, levantó el arma caída y le apuntó.
Jajajajaja, no está cargada ayer la descargué para darte una lección, pero Lorena temblando de histérica apuntó y tiró justo en la cabeza.
Lo vio caer envuelto en sangre, entonces, huyó despavorida y se arrojó bajo un camión.
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