Para leer el comienzo: COMODINES NEGROS I
¿No es irrisorio que el azar dicte la muerte de alguien y que las circunstancias de esa muerte -la reserva, la publicidad, el plazo de una hora o un siglo- no estén también sujetas al azar?
La lotería en Babilonia J.L Borges
Dispuestos con falta de dignidad, los cuerpos, parecen
reflejar una brutal agonía. Las partes mutiladas aparecen distribuidas en
distintos sectores de la casa. Se puede observar una mano, con sus tendones
desprendidos, sobre una cama. Un ojo, con vetas rojas y violáceas, se ubica
sobre la mesa como una mirada alerta a los forenses que entrarán en la escena
a investigar. Algunas vísceras parecen señalizar senderos, para hallar los
lugares donde cálidamente pertenecían.
Las fotografías pasaban por sus manos como en una
partida de cartas. El contenido de las imágenes era de carácter confidencial.
Estaban clasificadas bajo el nombre “Comodines Negros”. Así fue asignado al legajo
correspondiente de la investigación policial.
Sebastián Larrosa, ya tenía la pruebas suficientes que
demostraba que aquel incidente, donde cuatro jóvenes murieron, no fue un suicido colectivo, ni
pertenecían a ninguna secta como se pretendió endilgar. Aunque, desde su
pequeña columna de deportes, no era la plataforma ideal para dar a conocer una
verdadera bomba informativa, que no tenía precedentes en el periodismo nacional.
La realidad, es que la fuerza policial no podría
conducir eficientemente ninguna investigación de estas características. Tampoco,
el Estado ni sus poderes podrían conducir a salvo, ningún tipo de fatalidad
masiva, catástrofe, epidemia o causante que desequilibre la apacible existencia
que este lugar del mundo, en apariencia, ofrece.
Aquí se pueden realizar todo tipo de atrocidades y
nadie entendería nada. Los medios difunden pero no informan, no hay
investigación. La policía es corrupta por desidia, por costumbre. La política
nacional tiene una estúpida expresión propias de las vacas y el proceder de los
cerdos para engordar entre la suciedad.
Siempre se obtiene información por el medio más
simple; la charla es la mejor vía. Gracias a Judith, él obtuvo esas fotografías
que evidenciaban el encubrimiento del Ministerio de Defensa Nacional. Sebastián
Larrosa estaba seguro que el motivo no tenía un trasfondo oscuro, se inclinaba
a creer que se optó por enmasacar este hecho sangriento y aislado por la
ineptitud para resolverlo y nuevamente dejar en evidencia la ineficacia que
este país tenía sobre cualquier suceso extraño que perturbe la paz, que como
país pequeño le gusta proclamar.
El cotilleo, el rumor, el llevar y traer es, en cierta
forma, una manera de obtener información. Judith, sabía estar al corriente de varios
temas y tenía una habilidad infalible para crear confianza y escuchar lo que
(mediante circunvalaciones creadas y preparando el terreno) al final necesitaba
saber. Es que, una relacionista pública (con la trayectoria de Judith) tiene la
obligación de conocer a millares de personas, tratarlos como los mejores amigos
y siempre mantener contacto con ellos.
Solo estuvo en actividad durante cinco años, pero más que suficientes para dejar una huella y su presencia indeleble en las personas que conoció. Luego, se aburrió de ir portando el frío vaso de whisky y toda la acartonada ceremonia. Es que, si fuera por ella, hubiera continuado su prometedora carrera, pero interfería con su estilo. Entiéndase contra-estilo, a las camisas, falda y tacones. Ella siempre fue más informal.
Solo estuvo en actividad durante cinco años, pero más que suficientes para dejar una huella y su presencia indeleble en las personas que conoció. Luego, se aburrió de ir portando el frío vaso de whisky y toda la acartonada ceremonia. Es que, si fuera por ella, hubiera continuado su prometedora carrera, pero interfería con su estilo. Entiéndase contra-estilo, a las camisas, falda y tacones. Ella siempre fue más informal.
El poder se basa en la anticipación, el dinero lo
comulga pero la información lo potencia. Nadie es tan privado, ni reservado
para ser un desconocido, que uno se transforme en el objeto de la mirada ajena
es accidental o provocado pero nadie puede escapar (en caso de que la
situaciones nos sitúen en medio de la atención) al anonimato y es que vamos
dejando huellas por todos lados, incluso, sin querer.
Judith manejaba, a pesar de todo, una discreción
absoluta ( aunque fuera tan evidente) que podía pasar por una inocente actividad. Una
red de información tan amplia que era hasta grotescamente jocoso el
procedimiento para ser miembro de su espacio.
Ella lucía oscura, rodeada de una nube de tul, pálida
(casi muerta), con ojos vacíos pero una luz engañosamente intensa le daba algo de vida. Así
se mostraba, amortajada entre ropas de cuero, brillos tenues y delineador. Así era su
avatar, así era la imagen que ella presentaba al mundo como la anfitriona del blog.
En ese espacio; ella creaba reseñas, recibía elogios y críticas y conocía a muchas
personas…
En apariencia, su blog versaban reseñas de libros,
música y estrenos cinematográficos. Un lector común, encontraría buenas
propuestas para las horas de ocio. Un miembro del blog, dejaría preguntas
inquietantes en forma de comentario.
Es que aquellos que necesitaban de la habilidad
comunicativa de Judith Rius, debían formular sus peticiones de forma concisa y
encriptada.
Ella (como un oráculo), daría respuesta a los
requerimientos.
El blog de Judith tenía un verdadero sentido del
hermetismo, aquellos que realmente colaboraban lo hacían directamente con ella, siempre en clave pero visible, solo había que leer con atención.
Así fue, como Sebastián Larrosa entró en contacto con
Judith. Cuando al leer un comentario, se percató del mecanismo y aportó, sin
quererlo, la información que le solicitaban.
Ahora, él formulaba el pedido con el mismo sistema,
mediante un comentario en la entrada de una novela que la blogger reseñó:
Judith, nuevamente veo
como has logrado
obtener mi atención,
me pareció una excelente novela.
Obviamente, hay gran posibilidad
de que la historia se transforme,
inmediatamente, en una continuación.
No hay un final contundente, nos deja
expectantes de una secuela,
seguramente se trasformará en una saga.
Nada es más maravilloso que
encontrarse con un
gran argumento como esta
reciente publicación. Recomiendo, como tú, esta
opción para disfrutar de una buena lectura
saludos, tu amigo Sebastián.
Así, quedó configurada la información solicitada, que
entre los miembros del blog y la habilidad de Judith Rius al mover y consultar entre sus
contactos, que le dio acceso a las fotografías que el joven
periodista mueve entre sus nerviosas manos. Barajando la posibilidad de
continuar esta investigación.
Quizás, no sea necesario la aclaración cual es el mecanismo dentro del
simple comentario al post. Aquellos, que solo prestaron atención, solamente, a las primeras
letras verán que conforman el nombre clave: Comodines negros.
ddddddddddddddddddddd
A seiscientos kilómetros de la capital, existe un
observatorio destinado al estudio climático. Un centro bastante aislado de los
pobladores locales, de la mirada y la supervisión.
Un teléfono suena y una voz, con tono grave y
marcial, da las instrucciones de proceder.
El proyecto paranoia entra en una nuevo nivel de
experiencia práctica...
5 comentarios :
Esta suuuuuuper buenisimo Luis, ya quiero saber como continua esta historia, unos personajes muuuuy interesantes y que desde ya me caen suuuuuper bien, porque sera ???
Me encanta !!!
Besos
Amerita la continuaciòn ya!!
(Y con "zombies" tambien)
Un abrazo.
Gracias a ambos por el comentario. Voy a quedar debiendo los Zombies, cpáz que gauchos vampíricos funciona, no sé pero lo veré a su tiempo jeje
Me gusta mucho, Luis.
Un asesino en serie, brutal al que las autoridades no son capaces de pillar por ineptitud o desidia, como dices tú, y Judith que en su blog con comentarios cifrados ayuda en la investigación.
No sabía de esto de lso Comodines negros, pero a partir de ahora me hago seguidora oficial.
Genial!!
Un beso.
Tere
Gracias Teresa, me deja muy contento que la historia te haya gustado, veremos como se desarrolla. Empezó como un simple relato, ahora seguirá creciendo...
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