Demiurgo de Hurlingham es el anfitrión de este jueves y me encantó su
propuesta que consta en varias opciones para crear los aportes. En mi caso
elegí la número 10:
“Un hombre tiene un
jardín extraño. Se dedica a cuidar especialmente a un árbol. En ese árbol hay
algo, que a lo largo de los días comienza a tomar la forma de una mujer. Que
empieza a caminar en forma confusa hacia él”
LA
MANSIÓN SARAVIA BLANCO
Nadie entra a la mansión de los Saravia Blanco. Se encuentra ubicada en la periferia del pueblo y a pesar de que fue muy popular en la zona, es
impenetrable y lleva erguida como una majestuosa amenaza desde hace un siglo. El
principal motivo de su aislamiento es su peligroso jardín.
La familia hizo su fortuna gracias a la fabricación de
fertilizantes luego de la primera guerra mundial, y con poca honra monopolizó el
mercado durante esas décadas. Luego, la empresa quedó en mano del último heredero
hasta que finalmente sucumbió.
Alberto Saravia Blanco era la promesa para una nueva
generación en la industria y para el mercado en creciente competencia. Tenía ideas
nuevas y frescas que se afirmaban en su doctorado de química y concretarían las
ambiciosas proyecciones de la empresa familiar.
El desgano y la apatía se instalaron luego de fallecer
su esposa. Todas las aspiraciones estaban concentradas en su amada y el sueño
de la gran familia, que se desmoronó con la prematura partida. Se realizó un
discreto funeral y el único pedido del viudo fue que los restos se depositaran en el
jardín, donde otrora la joven pareja se deleitó con mágicos atardeceres.
Durante un mes se encerró en el laboratorio, mientras la
empresa comenzaba a dar las primeras pérdidas y los oportunistas saqueaban y
sangraban los caudales del último heredero del prometedor imperio.
Una noche salió al jardín y sobre la tierra, donde el
sueño eterno de su esposa se realizaba, volcó un líquido verde que se volvió
incandescente al tocar el suelo para luego extinguirse con gradual sutileza.
Las ojeras y angustias se difuminaron del rostro de Alberto Saravia Blanco cuando
observó que un brote apareció en la tumba de su amada y supo que su plan había
alcanzado el éxito.
En poco tiempo el retoño se transformó en un arbusto
famélico pero a los minutos ya se apreciaba su frondosidad. Con velocidad
extrema y en tan solo media hora, era un árbol que prometía seguir creciendo.
Con lágrimas en los ojos por la emoción, el jardinero
fiel empezó a apreciar otro milagro. De las hojas comenzaron a emanar lágrimas,
tomó una y la bebió. Desde el tronco ya se podía observar un entretejido de
carne y ramas, de hojas y piel. Unos ojos más negros que la noche en la que
estaban se asomaron, y los labios de corteza aparecieron entre la extraordinaria
metamorfosis.
El hombre levanta la mirada ante su amada y su nueva
apariencia orgánica y siente las puntiagudas ramas atravesarle el tórax. La
mujer árbol lo eleva y comienza a destriparlo para que los restos sirvan de
abono a sus arraigadas raíces.
La desaparición de un hombre que había desafiado en un
bar a sus amigos, apostando unas cervezas a cambio de mostrar su valentía al
adentrarse en la mansión, fue lo que reavivó el miedo, las supersticiones y la
curiosidad.
A una joven le llegó la noticia de estos sucesos. Si nos
dirigiéramos hacia el lugar, apreciamos
como baja del coche, con cámara en mano y suficiente batería para avanzar hacia
la mansión Saravia Blanco.
Mara Laira es muy valiente y todos ansiarán la crónica de su nueva aventura.
Agradezco a todos los que comenten.