PARECÍA TENER
VIDA PROPIA
Antes
de abrir los ojos, Adriana ya sabía que algo no iba bien. Sentía su cuerpo
diferente pero pensó que podría ser efecto de la resaca. La noche anterior se
había pasado con el alcohol y la nueva droga que estaba haciendo furor en el
mundo de la noche. Vagamente, recordó haberse ido a casa de una chica que había
conocido en un pub para lesbianas. Notaba un cuerpo caliente y pegajoso al lado
del suyo. Poco a poco abrió los ojos temerosa de lo que iba a encontrarse. El
cuerpo con el que compartía lecho no la asustó, lo que sí la asustó fue el suyo
propio. Una mano grande y peluda parecía ser el final de su brazo. El corazón
le dio un vuelco y encendió una pequeña lámpara que había en la mesilla. Miró
su cuerpo desnudo y se horrorizó. Sin duda todavía estaba dormida porque lo que
estaba viendo no podía ser verdad de ninguna manera, pero si no lo estaba del
todo, en ese momento sus sentidos se despertaron de golpe, levantó las sábanas
y observó unas piernas grandes y velludas que terminaban en unos enormes pies
que no reconocía como suyos pero que se movieron con las órdenes de su cerebro.
La pesadilla continuó cuando, atónita, vio como debajo de su prominente barriga
también cubierta de espeso vello negro apareció un pene erecto. Al borde del
ataque cardíaco tocó sus pechos para comprobar que su suave redondez se había tornado en algo áspero y flácido. Un
gritó intentó salir de su garganta pero consiguió retenerlo haciendo un enorme
esfuerzo. El cuerpo de la mujer que estaba a su lado se volvió hacia ella
permitiéndole verle el rostro. No tenía la más mínima idea de quién era pero
pensó que sería mejor no despertarla. Salió de la cama decidida a encontrar un
espejo donde poder mirarse la cara. Había ropa tirada por el suelo de la
habitación, reconoció la minifalda, la camisa negra y los zapatos de tacón que
llevaba la noche anterior, pero era imposible que pudiera ponerse esa ropa
ahora ya que su envergadura era casi el doble.
Cuando se
miró en el espejo del cuarto de baño su desolación fue total al comprobar que
la cara que le devolvió el otro lado era la de un hombre o algo similar, con
los ojos hundidos, las cejas grandes y pobladas, la mandíbula cuadrada y una
barba espesa que casi le impedía ver una boca de labios finos. Las lágrimas
empezaron a caer por su mejilla. Su cuerpo, antes femenino, voluptuoso, suave y
estilizado, se había convertido en el de
un hombre que más parecía un mono dada la gran vellosidad que recubría todo su
cuerpo.
Esto había
sucedido hacía tres semanas y hasta la fecha nada había cambiado. Cada mañana, cuando
despertaba, Adriana se tocaba ansiosa entre las piernas con la esperanza de que
esa parte de su cuerpo hubiera desaparecido pero no solo no lo había hecho sino
que además parecía tener vida propia y la obligaba a cumplir con ciertas
exigencias. Su miembro se despertaba duro y enhiesto como el mástil de una
bandera y Adriana sentía una enorme ansiedad por liberar lo que llevaba dentro,
acariciándose con frenesí hasta que el líquido blancuzco se derramaba sobre su
mano. A veces, también sentía ese impulso incontrolable a otras horas y en
otros lugares que la obligaban a buscar unos baños o algún rincón apartado para
masturbarse. Había dejado de viajar en metro, porque la simple visión de algún
cuerpo femenino tan cerca de ella que hasta podía oler el aroma de su sexo, la
hacía excitarse de tal manera que tenía que bajarse inmediatamente pues una
fuerza imparable que le nublaba la mente intentaba acercarla hacia ese cuerpo
para apretar su miembro contra él y calmar así el dolor que le producía la tremenda erección.
Durante un tiempo fue capaz de dominarlo pero un día el deseo era tan grande y
tan imposible de doblegar que se acercó
a una chica que estaba de pie sujeta a la barra del vagón y arrimó el bulto de
su bragueta a sus nalgas enfundadas en unos tejanos. En ese momento sintió un
ramalazo de placer en la boca del estómago, se acercó más a ella y empujó aprovechando el movimiento del metro. La chica
se dio cuenta y empezó a dar voces insultándola, siendo secundada por algunas
personas que la increpaban y la obligaron a bajarse en la siguiente estación.
No volvió a viajar en metro pero no olvidó esa sensación de su miembro duro
empujando el culo de la mujer y esa imagen empezó a introducirse en su cabeza
hasta el punto de que le impedía dormir y tenía que masturbarse hasta cuatro o
cinco veces solo durante la noche, a lo que se sumaban otras tantas durante el
día. Un sentimiento de rabia y de rechazo hacia un físico que le repugnaba y
especialmente a ese apéndice que la tenía esclavizada, comenzó a
apoderarse de su mente pero era incapaz
de resistirse al urgente deseo de masturbarse que la corroía por dentro. Había
dejado de levantarse de la cama excepto para comer algo cuando el hambre además
de la constante excitación devoraban su cuerpo. Pasados unos días, cuando la
comida de su frigorífico se acabó e incapaz de salir de casa por temor a que su
deseo compulsivo la obligase a hacer algo que no pudiera controlar, ni siquiera se levantaba al baño para cubrir
sus otras necesidades fisiológicas y su cuerpo permanecía tendido en una mezcla
putrefacta de orines, semen y excrementos, mientras ella se debatía entre las alucinaciones
producidas por su estado febril y enajenado.
Cuando
Adriana, encerrada en un cuerpo de hombre que parecía vivir únicamente para
satisfacer un deseo sexual que la imposibilitaba dejó de respirar, su miembro
lleno de llagas purulentas e infectadas siguió desafiándola permaneciendo
erecto cuando la policía, avisada por los
vecinos del olor nauseabundo que salía del piso, echó la puerta abajo y entró
en la habitación.
Quiero agradecer a la
autora del relato que terminaron de leer por siempre contar con ella en mis
propuestas. También por el libro (que estaremos hablando muy pronto sobre él) y
la hermosa dedicatoria que me envió.
Además de “También hay
caballos blancos” su primer libro ha participado en la antología de la Asociación
de Castilla y León de Fantasía Ciencia Ficción y Terror.
También formará parte de
un gran colectivo literario (con nombres conocidos en LDU) llamado “Umbral a la
locura”.
Aquí dejo todos los enlaces
de interés sobre Charo cortés y reiterar mis agradecimientos por acordarse de
Letra digital Uruguay.
9 comentarios :
Es un relato extraordinario, muy bien narrado y conforme vas leyendo, hay un nudo en la boca del estómago que te hace desear avanzar con más rapidez
Un beso, a ambos
Por cierto, me alegro volver a visitarte
otro beso
Tremendo relato, me ha gustado mucho,original y diferente y eso siempre es muy bueno.
Por cierto, tiene que ser horrible que te pase algo así, yo solo de pensarlo me pongo mala jaja
Enhorabuena, genial!!
Besos!!
muy buena entrega, querido yorugua
un abrazo
Un relato tremendo, tan bien narrado que me llevó a sentir la desesperación de esa mujer convertida en hombre sin poder hacer nada para solucionarlo.
Quién sabe si la mezcla de esas drogas nuevas con el alcohol la llevaron al desastre, mejor no mezclar, nunca.
Me impactó tu relato Charo, me encanta tu forma de escribir y llevarme por todos esos infiernos que tan bien sabes crear.
Un abrazo enorme.
Uufff!! Qué relato! Cuánta intensidad en la narración. Se sufre con la transmutación irrefrenable, como la sufrió Adriana, (que nada tiene que ver conmigo, aclaro por las dudas). Un argumento diferente y que horroriza en verdad, pues imaginar un pequeño cambio en uno, muchas veces nos sienta fatal, imagino esa metamorfosis encaramándose a su cuerpo y trastocando su vida. Genial entrega, Charo, como ya nos tienes acostumbrados.
Y... y... se acerca el gran final!
A esperar el cierre ahora.
Besos!
Gaby*
Tremendo relato, ¡buenísimo! que gran narradora es Charo. Desde la primera frase engancha y ya no puedes dejar de leer ni un instante. De que manera magistral se mete en la mente de un hombre al que un repentino cambio le obsesiona hasta...
Mi enhorabuena Charo, te has superado.
Un abrazo.
¡Holy Molly! Que espeluznante relato. La protagonista te atrapa de entrada, que final más impactador, sin duda alguna una creación terrorífica. Charo, te luciste este mes, amiga. =)
Beso
Gracias a todos por vuestros comentarios...Gaby, hiciste bien en aclarar que no tienes nada que ver con la protagonista de mi relato ja,ja...la verdad es que es un nombre que me encanta, supongo que por eso se lo puse.
Muchas gracias Luis por darme de nuevo la oportunidad de participar en Octubre en LDU, ya no me acostumbraría a estar sin él. Gracias también por todo el trabajo que haces con las composiciones fotográficas, los enlaces, las cabeceras...está todo perfecto y requiere mucho esfuerzo.
Un abrazo a todos!!!
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