Y/O (EL TOTEM)
A
cargo de
LuisBernardo
RodRIguez
Salud y abundancia… dijo un amigo
que había visitado México durante una semana, cuando me entregó el pequeño
tótem artesanal de regalo.
Añadió las instrucciones de encender una
vela y pedir con todo el sentimiento de fe en la primera noche de luna nueva.
Y así, con toda mi ignorancia, lo hice…
Antes que llegara el suvenir, aposté a
los números 08, 15, 26, 32 y 41 en un popular juego de azar que se realiza una
vez al mes.
Cuando las circunstancias apremian se
buscan las soluciones por los caminos menos probables.
En fin, después del ritual y con mucho
tiempo libre, ya que había perdido mi empleo recientemente, me dispuse a ver un
poco de televisión. En un programa escuché el testimonio de un sujeto que había
encontrado cierta documentación importante para un empresario. Al devolverlo al
dueño, recibió una gratificación por su acción. Me dije: ojalá me sucediera
algo así.
Al día siguiente me levanté muy temprano
y con los clasificados en mano salí en busca de empleo hacia la calle. Cuando
estaba a punto de cruzar una avenida, observo a un hombre mayor caer de
rodillas dándose un fuerte impacto contra el asfalto. Fui a socorrerlo, ya que
pasaban personas a su lado pero ninguna atinaba a hacer algo, entonces me
percaté que su rodilla sangraba.
Me agradeció la ayuda que le brindé y a
posteriori me dediqué a realizar un improvisado vendaje con mi corbata. El
hombre se lamentó por la pérdida de mi corbata, ya que intuía que la sangre con
el lavado sería imposible de remover. Le expliqué que no importaba, que había
dado por terminada mi búsqueda laboral por el día. Él anciano tomó su móvil
para avisar a su nieto, en la comunicación le explicó que estaba bien y que no
se alarmara, que lo viniera a buscar en su auto y algo más que no llegué a
captar. Luego el octogenario me solicita que no me vaya y que lo acompañe en la
espera. En menos de veinte minutos,
estacionaba al lado nuestro un Audi último modelo (supongo que lo era, su
brillo era soberbio y destilaba un aire de objeto inalcanzable para mí). El
sujeto que desciende del coche resultó ser el nieto que descendió presuroso y
junto al anciano me miraron con gratitud. Subimos con dificultad al abuelo al
asiento trasero de la nave (para ese entonces ver por dentro esa maquinaria era
un lujo que la casualidad me tenía reservado y mis sentidos se exaltaron, en
especial por el aroma a cuero nuevo, tan brilloso como el exterior). Ya con el
hombre dentro del coche, el nieto me extiende un cheque, mi sorpresa e
incredulidad entraron en contradicción. Luego agregó que su abuelo fue el fundador de una empresa multinacional y
que le solicitó por teléfono este pago, además le explicó de mi estado
laboral. Acotó que la cifra era más que
suficiente para emprender mi propio emprendimiento. También me aconsejó que, en
un futuro, si llegaba a prosperar, hiciera lo mismo con algún joven atento y
honesto como lo fui yo con él, llegada la ocasión.
Cuando llegué a casa de tanta alegría y
euforia estornudé sonoramente y sentí una flojera inusitada en todo mi
cuerpo.
Parte II
Dos hechos fortuitos acontecieron luego
del encuentro con el anciano. Cuando fui a cobrar el cheque me robaron en la
puerta del banco pero algo sumamente extraño me sucedió luego de lamentar mi
mala racha.
La fiebre que estaba padeciendo por ese
día, súbitamente, desapareció junto con los síntomas gripales que ya se agudizaron
a esa hora de la tarde.
Volví a mi hogar totalmente recuperado, a
pesar que en la noche previa había sufrido espantosas pesadillas, producto del
estado febril.
En ese plano de alucinaciones se mezclaron
muchas imágenes; el anciano, el dinero, mis amigos y (lo que pude traer
conscientemente al despertarme) el tótem. Ese objeto que me miraba solícito
desde la mesa del televisor.
Entonces, fue cuando algo intuitivo me
llevó a desear algo. Miré fijamente el tótem y realicé mi pedido que me pareció
extraordinario por lo vulgar y vengativo.
Presuroso, salí a la calle y en la
primera esquina que doble, un indigente se chocó contra mí. El sujeto me miró
espantado y envuelto en sus harapos dejó caer un paquete que logré levantar
para intentar devolvérselo. El pobre ya no estaba y cuando llegué a la próxima
esquina ví un gran disturbio en la calle.
Mi corazón casi estalló de nervio s y
culpa cuando identifiqué al ladrón que se había apropiado de mi dinero a la
salida del banco, SE hallaba muerto bajo las ruedas de un ómnibus.
Mi cerebro maquinó toda la situación, me
imaginé al indigente robándole al ladrón y ese paquete contenía parte del botín
que regresaba a su legítimo dueño.
Volví a mi casa y rápidamente abrí el envoltorio
y me descubrí con suficientes dólares como para sentirme aliviado. No era el
total que me habían regalado pero era, de todas formas, una parte.
Me olí los dedos y sin poder identificar
el horrible tufo, supuse que provenía de la bolsa de papel. Sin querer, me
rasqué la barba y un calor insoportable me abrazó la mejilla. Decidí ir al baño
para limpiarme con agua y jabón, las manos y la zona afectada.
Quedé horrorizado al notar un
enrojecimiento en el pómulo. Aún más desesperado, al sentir una picazón atroz
que me solicitaba rascar con mis uñas y desgajar la carne con una furia
inusitada.
Entonces fue, en ese instante, que algo
de la realidad en la que me había sumergido me alertó hasta entrar en pánico.
El ritual improvisado había dado
resultado pero de una forma inversamente proporcional al deseo concedido.
Lamentablemente, no recordaba todo hasta el día de hoy.
Pasaron las horas y mi rostro cada vez
más deformado, comenzó a sangrar por el frenético rascado.
No me calmaba ni el agua, ni el alcohol.
Todo parecía conspirar con la súbita alergia que me había contraído.
Viendo la suma de dinero durmiendo sobre
la mesa, me asaltó el clásico pensamiento sobre la necesidad de la salud y que
el resto viene solo. ¿Invoqué por error algo que me dañara o simplemente todo
conspiraba de forma casual?
Justo, en ese momento, había comenzado
la lotería nacional pero ignoré algo que debía prestar atención. Solo Miraba al
terrible Tótem con miedo y que ahora se me antojaba tenebroso y lúgubre (no
apto para exhibición) y volver a cavilar sobre la posibilidad de que fuera
objeto de una maldición ancestral.
Con iracunda fuerza tomé la artesanía y
la estrellé contra el piso. De los restos de resina, madera y cartílago de
pescado (esa era la composición de la imagen según mi amigo) salió reptando por
la sala una diminuta serpiente.
Su siseo era maligno y presentí que me
auguraba un futuro fúnebre.
De la televisión una niña canta el
número 26. Sin salir de mi asombro voy a mi biblioteca y tomo varios volúmenes
de enciclopedias viejas.
Pasé revista por varias culturas y una
idea clara pude formarme sobre el equilibrio natural del universo. Creo que
cometí el perjudicial error de volcar la balanza hacia el lado de la abundancia
y como un efecto contrario, mi salud pagó el precio por mi codicia.
Tal vez ese tótem no daba lugar a la
opción. No era sobre salud o abundancia.
Tal vez era algo indivisible, como parte de un todo.
Mientras meditaba acerca de la suerte y
los deseos, un sonido funesto (para mí en ese momento sonaba así) me hizo
buscar entre las ropas un simple papel.
Número 32. Volvía a canturrear la niña de
la fortuna en la televisión y el presentador el dato que una sola boleta había
apostado por esos números hasta el momento, según la base de datos.
-Maldita sea- dije- Y en ese mismo orden- No podía creerlo.
El ruido de las bolillas golpeándose
entre sí, me hacían rascar más las heridas en la cara que ahora gobernaban mi
cuello y distinguía que iban descendiendo por mi pecho. Ya se acercaba el
segundo fatal, la niña daría el último dígito.
Dedicado a David Mesa y a Fernando Silva por el verdadero tótem (que se aprecia en la portada del relato).
Gracias
a los cruces de la vida, entre personas que se conocen, este relato nació.
Sobre el autor:
Quiero destacar mi trabajo en LDU, mi hobby que es un orgullo. Además mis trabajos gráficos para Teresa Oteo Iglesias y su proyecto literario “Orbis Verbum: un giro de compás”. También realicé un tráiler para la Antología “Mentis Error” y para el blog “Demiurgo de Hurlingham”. Sobre todo estoy muy agradecido a los grandes amigos escritores que conocí y conozco por este medio. Gracias a todos por la grata compañía.
11 comentarios :
Pero fue demasiado tarde...
Nunca es fácil tomar ese tipo de decisiones y mucho menos acertar :)
Lo que si te pido por favor es que dejes de sacar bichos asquerosos en tus entradas jaja
El tótem original me gusta!
Besos editor fantasma!
Tremendo! Tengo un par de tótems idénticos en la biblioteca... Nunca les he pedido nada, ni sé si pedirles algo dé algún resultado, a favor o en contra... Pero luego de leerte Luis, creo que me quedaré tal cual, por las dudas!
Nos fuiste llevando por los altibajos de la historia hasta ese minuto final, mezcla de fortuna y fatalidad. Muy bueno!
Besos!
Gaby*
Sí, Tere he sacado todas las alimañas que causen más terror o pavor jaja. En los años anteriores usé muchos fantasmas y demonios, así que los dehé descansar un rato. Ah El editor fantasma dice que comenten, las entradas que le gustaría agendar a los participantes para vistar en la medianoche y agarrarlos de los pies jaja
Buf! Hay que tener mucho cuidado con lo que se desea porque a veces se vuelve en nuestra contra. Me has mantenido en vilo todo el relato deseando saber qué iba a ocurrir y poco a poco me he ido temiendo lo peor, como así a sido. Lo has tramado muy bien Luis, enhorabuena!
Besos
Uff que relato!!! Menos mal que es en dos partes para poder tomar un respiro!
Nunca me gustaron esas cosas de pedir deseos a estatuillas o dioses. Me da pánico formular mal el deseo y terminar como tu protagonista.
Te felicito un relato impecable.
Besos!
Muchas gracias a todos por los comentarios. Estoy realmente orgulloso, no de mi trabajo (nuevos relatos y portadas) sino de las colaboraciones que llegaron. Variadas, tan distintas como crativas. Volvió LDU con todo
Muy bueno, Luis, realmente aleccionador... hay que tener mucho cuidado con los deseos que uno lanza in-escrupulosamente ante el destino. Si se cumplieran sin miramientos, seguramente el desequilibrio que nos traerían serían tan graves como los que sufrió tu personaje.
=)
Hola Luis Bernardo. Te felicitó por todos tus trabajos.
Este es un excelente relato de terror, leerlo a sido todo un viaje para mis sentidos. La forma en que te envolvió ese velo de terror al encerder la vela y pedir el deseo es escalofriante. Una avaricia que dejo secuelas irreparables. Siempre he tenido mucho miedo a los tótems, y tu historia me lo confirma. =)
Besos
La moraleja sería que venderse a las fuerzas oscuras nunca trae buen resultado. Su ambición le traicionó.
Estupendo relato Luis. Este mes está siendo de lo más interesante, hay cantidad de relatos fantásticos.
Gran trabajo.
Un abrazo
NO sé, si por casualidad me encuentro con la lámpara de Aladino tendré el mismo cuidado...
Muy buen relato, sobre todo la flogera final y el estornudo que saca tooooooodos los virus.
¡¡SALUD!!
Un abrazo, Luis, y muchísimas gracias. Realmente son buenas las participaciones. Muy bien por todos.
Rayos y centellas, por las dudas nunca me hagas un regalo así xD!!
Tremendo relato, muy bueno Luis!!
Besos.
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