En estos días una gran
revolución se generó ante la invasión de la nueva peste y parece que,
finalmente, es de carácter apocalíptico.
El nuevo virus se ha
fusionado en el organismo de una joven enfermera que padecía otra enfermedad
viral (que si bien estaba bajo tratamiento continuaba como portadora). Esta
suerte de mutación provocó una nueva cepa, altamente mortal y con el camino
libre en la propagación. Antes el infectado moría en el término de una semana.
Según informaron varias fuentes de prensa, el contagiado comienza con un fuerte
ataque de tos y vómitos. Luego, sus poros comienzan a sangrar y muere de forma
fulminante. También adosaron que aquellos que estén alrededor de la víctima son
altamente propensos a al contagio. No hay cura, solo contención. Desde los
gobiernos se exhortó a suspender todos eventos públicos y masivos en
concurrencia. Shoppings, cines, teatros, supermercados han cerrado sus puertas.
Se tomaron medidas sanitarias
para la circulación en la vía pública y también otros recaudos para el
abastecimiento en las viviendas. Ya que a todos ha tomado por sorpresa.
La recomendación es
permanecer en los hogares, usar el teléfono solo para notificar en caso de
muertes por el virus. Aunque otra enfermedad, aún mayor, ya ha contagiado a la
población mundial. El miedo.
Obviamente, las calles son
un caos. Los saqueos, la violencia y muerte en manos de vecinos (ya sea por
defensa o por sobrevivencia) están a la orden del día.
Yo sigo, en mi casa. El
virus no me va a afectar. No he asomado las narices fuera de mi apartamento
hace una semana (tampoco atendí los golpes en la puerta), mucho antes de la
catastrófica noticia. Aunque la calma no reina en mi organismo. La otra plaga,
que ya conté, me invadió.
Percibo sus crías crecer en
mi cuerpo que les ayuda en su desarrollo. Estoy completamente solo, no hay
nadie que pueda socorrerme.
Llamé al 911, a la jefatura
y a mi sociedad médica y, debido a la pandemia nadie me escucha. Me dijeron que
no me deje llevar por la psicosis colectiva; que si no salí a ningún lado, ni estuve
fuera del país no soy un afectado de la enfermedad. Lo que más me indignó (en
la vigésima cuarta llamada que realicé) fue que literalmente me mandaron a la
mierda y agregando que era un psicótico. Me recomendaron tomar algún calmante y
me aseguraron que en el país todavía no se registró casos de la enfermedad.
A mí la enfermedad me importa
un rábano, lo que me está consumiendo son estos malditos huéspedes que están
creciendo y tomaron mi cuerpo como un cálido anfitrión.
Sobre el autor:
Quiero destacar mi trabajo en LDU, mi hobby que es un orgullo. Además mis trabajos gráficos para Teresa Oteo Iglesias y su proyecto literario “Orbis Verbum: un giro de compás”. También realicé un tráiler para la Antología “Mentis Error” y para el blog “Demiurgo de Hurlingham”. Sobre todo estoy muy agradecido a los grandes amigos escritores que conocí y conozco por este medio. Gracias a todos por la grata compañía.
9 comentarios :
Gracias a ti. Ya no sabría distinguir si lo psicótico se me apodera o son esos virus... o tal vez me siento mal por las estelas químicas que nos bombardean cada día, eso no me da miedo, me produce TERROR, amigo mío.
Muy buen texto.
Abrazos y cafelito.
En primer instancia... "eso", que le va recorriendo por dentro, es lo más pavoroso de esta historia, créeme que a mí llamarme psicótica en una situación así me quedaría chico. Y en segunda instancia, creo que el miedo, viene fomentado por los medios de comunicación, tanta alharaca y color a las noticias, vienen a fomentar ese temor que ya de por sí, nos puede tomar en circunstancias tales... un miedo peor y más viral, que la propia enfermedad.
La nueva portada te quedó, estupenda!
Qué haremos cuando se acabe octubre?
Besos, y muy buena cada una de tus entregas Luis!
Gaby*
Estas páginas son el hilo conductor del mes del terror. El miedo como enfermedad es, básicamente, la idea. En fin, que estoy armando el vídeo que finaliza esta idea en el Relato 2.0 Terror en primera persona. Algo que en el 2011 comencé y sigo desarrollando. Vamos a ver qué y cómo sale.
A mí me das más miedo tú y lo que puedas andar tramando.
Digo como Gaby* prefiero cualquier pandemia a esa invasión interna que se está apoderando de ti.
Genial este diario del apocalipsis!!
Esperamos noticias de la situación.
Besos!!
Puajj!! La pandemia para mí es un poroto al lado de lo que se está engendrando ahí adentro D:
Creo que 24 llamadas es poco, yo seguiría insistiendo, me temo que algo muy malo está por venir...
Sigo atenta a este diario apocalíptico.
Un beso!
Imprecionada, horrorizada y asustada que me he llevado con tu relato. Y pasa que esto del nuevo virus me tiene en ascuas. Y el final es aterrador, saber que hay algo dentro de ti y los encargados de la materia te dicen que no se han registrado casos de la enfermedad? Joder, que complicada es la vida. =)
Besos
Luis, mientras leía este relato me venía a la memoria las Crónicas de la Muerte Dulce. Este relato espléndido hubiera estado genial allí. ¿Porque no lo pensaste entonces?
Muy bueno
Un abrazo.
Tremendo relato! No sé que es peor, si el virus de afuera o el que tiene el pobre protagonista dentro. Y esa desolación de no ser escuchado que fermenta el miedo y la ansiedad.
Me ha dejado impactada tu relato.
Un beso!
Luis, no quiero asustarte pero te estas convirtiendo en una cucaracha humana xD!!! no te me acerques que te aplasto!!!
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