Todo el tiempo es mío.
Porque el tiempo nació de nosotros,
que nos impide manejarlo,
no es premisa ni teoría.
Qué son veinte años, una tarde y
un par de siglos hacerlos en cuatro horas,
padecer un infinito segundo
y festejar un fugaz año.
Porque todo tiempo es nuestro,
qué nos impide hacerlo antojadizo,
a nuestra semejanza,
qué nos prohibe sembrarlo,
y cosecharlo en función de nuestras ganas.
Deliberadamente manipularlo,
el tiempo es todo nuestro, sin discriminar.
Días y horas se vuelven milenios,
insondables,
hoy es martes, quizá,
condensado o expandible,
escapándose entre dedos o,
acurrucado en mi puño cerrado,
sin necesidad de abolirlo,
porque el tiempo es todo mio,
una propiedad.
Hoy debería ser sábado,
acaba de amanecer,
luego me apetece luna llena,
como algún día morir,
Siempre pediré un mañana,
siempre.
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