Parte I El nacimiento
Observa el ojo ciego de la noche este nacimiento espontáneo, que abrió sus desarrollados sentidos al mundo que parece estar suspendido, no fue necesario ningún llanto, sus pulmones ya están llenos de este aire viciado.
Parido de la nada, este hombre camina por nuestras calles y su derrotero comienza, aprenderá del hostil entorno.
Quién lo ve, pensaría que supera los treinta años, uno más que está a mitad de camino, sin levantar sospecha que, ningún lastre lo condiciona ni lo arrastra, sin subjetividades, es la libertad en su estado más puro.
Hace unas horas que habla y si bien, con cierta dificultad, supera a varios en esta empresa, su nombre es Viernes, lo adoptó cuando salió del callejón y se topó con un derruido cartel, mal iluminado que promocionaba una adaptación transgresora de no importa que clásico, a cargo de una compañía teatral independiente, independiente de toda taquilla, el letrero versaba la siguiente insignia: “Hoy viernes se presenta...”, es de entender que el sentido del humor, ya lo habría cultivado a esa altura.
Cada esquina como libros abiertos, leía avisos y eslogan prometedores, se dedicó también a escuchaba atentamente como discutía una prostituta con su proxeneta que le gritaba puta y le reclamaba dinero, caminaba y escuchaba; en una estación de servicio, vio a un par de jóvenes conversar, no estaba enfocado en la temática en que giraba el diálogo, pero absorbía cada palabra empleada, examinaba su estructura e internamente, saboreaba la cadencia que producían las palabras, estaba alerta a las reiteraciones y sus conjugaciones, todo era intuido pero apenas constatados en aquellas voces extrañas, se transformaba en algo tangible que ya podía reproducir, dejaba pasar estás páginas y se enriquecía con nuevas revelaciones en cada calle, se adoctrinaba al lenguaje.
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