por
LuisBernardo
Rodríguez
La investigación
había llegado a su fin. El asistente se acerca al detective y le comunica que
la prensa ya se encuentra fuera del recinto.
El hombre maldice la
celeridad con la que llegaba la información a esos buitres sádicos. El
ayudante asiente con la cabeza y le pregunta si va a declarar algo. El
detective le comunica que dirá lo básico y necesario porque hay cosas que es
mejor no explicar.
El giro de esta
persecución había sorprendido a todos los involucrados.
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La escena del crimen
era un depósito abandonado y dos personas se hallaban en él.
Una de pie
sosteniendo una especie de instrumento punzante con forma de garra, la otra se
encontraba maniatada a una silla de metal.
-Diga sus
ultimas palabras... lo que seguirán serán solo gritos.
-Libéreme.
-Oh, no.
Por supuesto, que no lo haré. Desde que la localicé me ha costado mucho atraparla.
El sujeto revolvía en
su memoria y venían los fragmentos de todo el elaborado plan que había
dispuesto para la victima.
Recordó la primera
vez que la vio y si bien, nada le atraía en particular, decidió que debía ser
ella la octava en su cosecha.
Logró perfeccionarse
y mejorar enormemente su habilidad para la cacería sangrienta que había emprendido.
Con la primera
victima había sido demasiado descuidado y la mató de forma brutal y rápida, lo
que terminó siendo insatisfactorio, las siguientes fueron degustadas con
parsimoniosa crueldad.
Esta chica se le
escabullía y nunca encontraba la forma de estar a solas para concretar el
secuestro. La siguió por varias calles y lugares que visitaba. Afortunadamente,
nunca hicieron contacto visual, pero a él le daba la impresión que ella tenia
ojos en la espalda y, realmente, estaba al tanto de su acosador.
- ¿Por qué
lo hace?
- Porque
puedo hacerlo- contestó el hombre. Hasta ahora, la policía no tiene ningún
rastro de mí. Son tan inútiles como desorientados.
-
Libéreme...
- Eso es
lo que quiere, de eso se alimenta.
- En
cierta forma, sí. Aunque le repito, no he torturado y asesinado a siete mujeres
por un motivo específico.
- Entonces
¿por qué lo hace?
-Basta.
Ciertamente, esta
chica le haría sentir mayor placer al momento de desgarrarle la piel, cuando le
corte el cuello y luego comience a explorar su interior, destripándola.
Lo más gracioso, es
que ella misma se había tendido su propia trampa. Desde el auto la divisó. En
determinado momento, ella giró sobre sus pasos y fue hacia donde él se
encontraba. Él pensó que la chica iría a encararlo y se planteó dos posibilidades:
una era seducirla y si ella no tenia escrúpulos, facilitaría mucho tenerla
dentro del vehiculo a su merced o, en caso de que ella tomara un diálogo más
agresivo, él, simplemente le propinaría un fuerte puñetazo en la cara para
desmayarla y con naturalidad huiría del lugar con la inconciente victima en el carro,
hacia el deposito que ya tenia inspeccionado.
La calle estaba
desierta y mal iluminada, como hombre de apenas treinta años era ágil y
lograría su objetivo.
La mujer se acerca,
lentamente, por la calle para pasar por el lado conductor. Él, desenrolla el
periódico y simula la lectura. Ella pasa por al lado y baja el impreso para
verle la espalda por el espejo lateral del automóvil.
En esa fracción de
segundo, desapareció del reflejo del espejo. Rápidamente tira el diario y baja
del coche, para su sorpresa, la chica seguía su andar. El asesino sabía que
había cometido un error, tal vez, la desbordante adrenalina le perjudicó la
visión y no vio la mostrada imagen de la indefensa muchacha en el espejo.
Igual ella seguía su
rumbo hacia un lugar más oscuro, a un callejón. Así que aprovecho y la
persiguió con el pañuelo empapado en éter.
-Libéreme…
Él ya no la escuchaba,
levantó su herramienta para comenzar la matanza. Hizo una mueca de dolor y cayó
fulminado en el suelo.
La víctima estaba
liberada con el corazón del asesino en la mano. Comenzó a sorber desde el
órgano la sangre que caía y luego incrustó sus afilados colmillos con la
intención de dejarlo exangüe. Cuando culmino su tarea, la chica se incorpora y mirando
a su acosador recuerda la última frase que le ofreció:
-No tiene
sentido matar por matar. Otros asesinamos para alimentarnos.
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El detective sentía
que la investigación tuvo su final feliz, aunque haya sido de lo más extraño.
Si han llegado hasta aquí; los invito a leer mis otros aportes para el especial:
6 comentarios :
Me encantó Luis, es genial ese giro final y el suspendo que mantenes durante todo el relato, los cambios temporales, entre el recuerdo y el diálogo, todo es perfecto.
Te felicito.
Un beso.
Bueno, Luisito... es impresionante!!!! te has superado a ti mismo y eso ya es muy difícil.
Me sorprendió, me encantó y el giro del final es bestial!!!
Es un relato muy, muy, muy bueno!!!!
Un beso!!
Me gusto mucho, mucho, pero como querías críticas jejejjee, pues te diré una, al principio, las frases cortas, hacen como pausas muy bruscas, intenta buscar enlaces entre ellas para no poner tantos puntos seguidos.
Un besazo, el resto esta muy muy bien.
Las dos primeras frases está bien logradas. Invitan a leer, encadenándose con las siguientes, que acentúan el efecto.
Tuve alguna sospecha del giro, sobre todo con la mención al reflejo que no se vio. Y que el asesino pensó que había cometido un error. Esos errores pueden ser fatales.
Lapidaria estuvo la chica, tal vez tenía el escrupulo de sólo alimentarse de asesinos. Eso explicaría la alegría del detective.
Que buena historia
Me ha encantado la historia con ese final sorprendente que no me esperaba. El cazador cazado...
Me parece que está bien escrito y sabe mantener la tensión hasta el final con ese giro inesperado, al menos yo no lo vi venir.
Por ponerte una pequeña pega, yo quitaría el "oh, no" en la frase que dice el asesino, no me pega mucho.
Me parece muy buen relato.
Un beso
Muy bueno Luis, te felicito!!
Lograste un ambiente de suspenso y terror muy apropiado y mas con ese vuelco inesperado, vaya chica xD!
Besos
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